Las religiones son algo tan universal en todas las culturas como inexplicable desde el punto de vista objetivo.
Inexplicable porque, de todas las acciones humanas que se fueron conformando en el albor de nuestra especie (como la caza, el dominio del fuego, la agricultura o la cerámica), podríamos afirmar que probablemente sea la única que no tiene una utilidad práctica, junto a otras asociadas a ella como el pensamiento mágico y, sin embargo, no por eso no deja de aparecer y desarrollarse, como decimos, en todos los lugares donde hubieran humanos.
Hoy en día, cuando la magia ha sido sustituida por la tecnología y somos capaces de controlar casi cualquier aspecto de nuestra vida al que nuestros antepasados tuvieran miedo, prácticamente la totalidad de los casi 8 billones de personas que habitamos el planeta seguimos, de una u otra manera, alguna religión.
Muchos podrían decir que hay una crisis de las creencias religiosas, y es cierto, pero todavía su importancia en el mundo actual es grande.
Me parece tan interesante que merece la pena indagar en ello: ¿Se trata de una manifestación cultural o surge de una supuesta dimensión espiritual? ¿Qué papel real desempeña en nuestras vidas? En última instancia, ¿demuestra la existencia de algo trascendente más allá de lo material? Nos asomamos al abismo.
Características fundamentales de las religiones
Desde tiempos inmemoriales las religiones han tenido tantas diferencias y diversidades que resulta complicado delimitar un tema común. Podemos, sin embargo, establecer una serie de características que las definen:
- Solo la especie humana tiene religión y además es un fenómeno colectivo, no se refiere a un individuo.
- Se reconoce una realidad suprema. En algunos casos se concibe como una persona, a quien se designa como Dios. En otros casos no se le nombra o no se le atribuye ningún carácter personal, sino que se identifica más bien con la naturaleza o una forma de energía.
- Confiere un sentido último a la propia existencia y a la realidad en su conjunto.
Unas persiguen la unión mística con la divinidad, otras necesitan cumplir con ciertos ritos y reglas, y las hay que buscan la posibilidad de escapar del ritmo de la vida y sus reencarnaciones incesantes, intentando alcanzar una especie de redención.
Más allá de la variedad de formas y estructuras simbólicas de las diferentes religiones, permanece siempre el anhelo de comprender el sentido del universo y de nuestra existencia en él.
Relato de las religiones
La expresión religiosa tiene habitualmente, y desde muy pronto en sus orígenes, una serie de expresiones simbólicas que coinciden entre ellas:
- El mito. Es el relato, situado en un pasado remoto, que explica la razón de lo que existe y como surgió. Aquí alguien puede pensar, ¿quién se cree hoy en día eso y menos a la luz de la ciencia? Pues la respuesta no es sencilla, en el sentido de que durante prácticamente toda la historia de la humanidad se han creado mitos y se han creído en ellos y cabe entonces preguntarse por qué. Quizás la explicación está en que el mito es un arquetipo de la existencia. Un relato con el que el hombre se identifica al ver en él reflejada su vida. Esto es un fenómeno que se entiende cuando pensamos cómo personajes de ficción actuales sirven de inspiración a mucha gente, porque en realidad son un ideal de los valores y de las virtudes que desearíamos tener.
- El rito. Son acciones y gestos que exteriorizan el mito y a través del mismo nos identificamos con él y revivimos su historia, trayéndola al presente. Las personas religiosas creen en el rito porque para ellos son el lugar de encuentro con lo trascendente.
- La oración. La palabra a través de la cual la persona religiosa eleva su mente y todo su ser hacia el Misterio Último en alabanza o súplica.
- Leyes. En todas las religiones hay normas de prohibición o de purificación. Todas estas leyes morales y de conducta podrían resumirse en la necesidad de presentarse puro ante la divinidad.
La religión es un fenómeno colectivo, donde se reconoce una realidad suprema y que confiere un sentido último a la propia existencia y a la realidad.
Cuándo surgieron las religiones
Parece que los primeros indicios arqueológicos son de hace 500.000 años. En la colina del Hueso del Dragón, próxima a Pekín, se encontraron restos que se han interpretado como una idea de los homínidos de una prolongación de la vida más allá de la muerte. Estos restos pertenecen al Pleistoceno.
En Europa se sabe que hace 200.000 años ya se practicaban enterramientos rituales.
El sentido religioso se acentúa en el Neolítico. El hombre empieza a ofrecer sacrificios, a veces humanos, como intento de intercambiar dones con los poderes superiores. Progresivamente se irán sustituyendo los sacrificios humanos por los de animales. Y como también estos ritos se van haciendo cada vez más complejos, esto llevó a la especialización de determinadas personas para llevarlo a cabo. Con la aparición de la escritura, hacia el tercer milenio a. C, se terminan fijando y transmitiendo las ideas y creencias.
Qué idea tenían los hombres primitivos de la divinidad es imposible de saber, pero parece que tenía relación con la fecundidad, la caza y el culto a los muertos, y concebido como un ser creador del mundo. También aparece la idea de la diosa madre engendradora de vida.
En estos primeros momentos la religión tenía una estrechísima relación con la magia. Por un lado, la magia positiva, y por otro la magia negativa. La primera, es un acto bueno para el hombre, por ejemplo, danzar alrededor de un símbolo cuya presa se hará realidad; es decir, si llamamos a algún fenómeno natural conseguiremos lo codiciado. La segunda, llamada también tabú, corresponde a ciertas conductas prohibidas que deben impedir hacer algo, para evitar su desgracia. Así, en la actualidad se muestra, cómo a los judíos les está prohibido comer carne de cerdo, los cristianos evitan comer carne roja en ciertos días festivos, etc.
El desarrollo de la ciencia, por un lado, y las diferentes corrientes del racionalismo, por otro, han modificado fuertemente los vínculos con el fenómeno religioso. Poca gente hoy en día se atreve a poner en duda los resultados de la crítica racionalista, desde la producida durante el siglo XVIII por la Ilustración hasta el psicoanálisis de Sigmund Freud. Tendencias muy diferentes entre sí suponen que la religión es una especie de invento muy efectivo que tiene la tarea de minimizar los peligros que entraña todo contacto con la naturaleza, protegernos de la omnipotencia de la muerte y brindarnos consuelo ante las adversidades constantes de la vida.
Pese a ello, debemos considerar los sentimientos religiosos como una posible fuente de inspiración para debatir algunos dilemas del presente, puesto que una de las funciones de la religión es mostrar los límites de nuestras actuaciones en el mundo, nuestra relación con el mismo y con los demás. Y aunque hoy en día considerar al Hombre como fin y sentido del universo resulta ya una pretensión desmesurada y absurda, si permanece nuestra necesidad de dignidad y sentido, y a ésta la religión si puede ofrecer respuestas, aunque sean provisionales.
La religión como una invención humana
Al principio el ser humano confería a todas las criaturas y cosas un alma o espíritu, una vivificación de la naturaleza, probablemente influido por el miedo que tenía a todas las cosas a las que presuponía una fuerza inmanente y misteriosa.
Posteriormente en el origen del fenómeno religioso hay una dualidad antropológica, proyectada hacia el cosmos, que distingue entre la naturaleza y una supuesta dimensión sobrenatural (es decir, un mundo de espíritus y almas que tienen gran poder e influye en los destinos del hombre).
El hombre primitivo sufriría un proceso en el que digamos “inventaría” esa dualidad entre materia y espíritu, para luego proyectarla hacia los astros y generar una serie de mitos en base a los fenómenos naturales. Esto dio lugar a la fe religiosa, que no es más que un sentimiento de sometimiento para alejar la mala voluntad de esos seres espirituales. Por esto los dioses de las religiones ancestrales y las que conocemos mejor como las orientales, las del panteón griego, y el Dios único de los judíos, Yahvé, son caprichosos y vengativos, porque producían la sensación de miedo en los hombres que da todo lo desconocido y lo que no se puede controlar.
El primer error para no comprender el fenómeno religioso sería pretender que el ser humano alcanza una cierta capacidad de reflexión en un determinado momento de la historia en el que su evolución le ha llevado a comprender, o al menos a intuir, estos misterios. En realidad, debemos pensar que el sentimiento religioso sería un producto de su mente.
Más tarde, cuando aparecen las grandes religiones, en realidad no hubiera sido más que intentar crear un relato que adopte cierta especulación de apariencia lógica. Hay autores que piensan que las religiones existen y perduran porque estamos condicionados por un dualismo que cree en un mundo de almas y espíritus, cuando la ciencia ha demostrado que es falso. Habría que decir que, efectivamente, la ciencia no ha demostrado que exista el alma, pero tampoco ha demostrado lo contrario.
En cualquier caso, la religión todavía puede considerarse como un fenómeno útil puesto que es algo más que una ilusión y un auto-engaño. Además de reducir el terror primitivo, la fe religiosa da sentido a ciertos anhelos profundos a los que el despliegue del racionalismo y la ciencia no pueden satisfacer, como la persecución de la felicidad y la necesidad de una explicación en torno al sentido de la existencia.
Finalmente, desde el punto de vista histórico, parecería lógico llegar a la conclusión de que si la religión no nació con el hombre, porque estuvo condicionada por ciertas circunstancias sociales, entonces no es eterna. Por consiguiente, la religión gradualmente tendrá que desaparecer, dado que hubo un tiempo que el hombre vivió sin la necesidad de religión. Solo quedarían recuerdos en los libros.
La fe religiosa da sentido a ciertos anhelos profundos a los que el despliegue del racionalismo y la ciencia no pueden satisfacer, como la persecución de la felicidad y la necesidad de una explicación en torno al sentido de la existencia.
Religión y espiritualidad
En la actualidad estamos viviendo algo incontestable: cada vez la gente cree menos en las instituciones religiosas y, sin embargo, está cada vez más en contacto con su dimensión espiritual.
¿Qué diferencia hay entre ambas?
La espiritualidad es aquello que nos conecta con el universo, Dios o como queramos llamarlo. Nos lleva más allá de nosotros mismos y trasciende el ego, o yo ilusorio, al cual confundimos con nuestra identidad.
Si las religiones se expresan a través de profetas, instituciones, ritos, liturgias y creencias, la espiritualidad tiene que ver con el autoconocimiento, libre de cualquier corriente. La espiritualidad no es patrimonio de ninguna religión. No viene impuesta desde fuera, sino que es resultado de cultivar nuestra vida interior.
La religión nos obliga a tener fe en algo que no sabemos si es verdad o no, viviendo en la eterna duda de la existencia de Dios. En cambio la espiritualidad no es creencia, podemos verificarla a través de nuestra experiencia personal.
La religión nos habla de culpa, de temor y de vergüenza. Sin embargo la espiritualidad nos lleva a vivir dando lo mejor de nosotros mismos en cada momento.
Por tanto, la espiritualidad puede vivirse directamente por propia experiencia y no deja lugar a dudas sobre nuestra verdadera esencia, cuando la religión requiere de un ejercicio de fe, es decir, de creer en algo que no podemos saber si existe, tal y como nos lo cuentan.
Esta vivencia inequívoca que nos proporciona la espiritualidad, ¿demuestra de alguna manera la existencia del alma, con todo lo que ello implica, o podría tratarse de un ejercicio de autosugestión? Creo que esta es la pregunta relevante llegados a este punto, y desde luego abre un muy sugerente mundo de posibilidades, y por eso profundizaremos en ello en un próximo artículo.
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