El cerrado y desconocido Japón de hace 150 años no nos resulta tan lejano gracias a uno de los grandes pioneros de la fotografía de viajes. Hoy hablamos del prolijo y versátil fotógrafo británico, de origen italiano, Felice Beato.
Felice Beato fue un importante fotógrafo del siglo XIX. Nació en la isla de Corfú, que por aquella época formaba parte del protectorado británico de las islas Jónicas, en 1832, y desde muy pequeño se quedó huérfano. Su origen italiano se explica porque anteriormente Corfú había estado bajo dominación veneciana y había una comunidad de italianos en la isla.
Felice Beato fue uno de los primeros en desenvolverse en el periodismo fotográfico. Documentó la Segunda Guerra del Opio en China y la caída de la dinastía Qing.
Durante un breve paso por Inglaterra en 1861 vendió unas 400 fotografías, y eso le permitió reunir suficientes ingresos para embarcarse hacia Yokohama (Japón), donde llegó en 1863 y donde permaneció durante 21 años.
Fue el primero en capturar la vida cotidiana de los japoneses durante el aislacionista período Edo, de carácter feudal. Sus fotografías muestran la belleza de la cultura japonesa, y ayudaron a desarrollar una visión más profunda de aquella, tan desconocida para los occidentales de la época.
La mayoría de las fotografías fueron publicadas en el álbum “Views of Japan” y muestran retratos y escenas de género de la sociedad nipona. Responden al género de los “tipos”, imágenes descriptivas de la diversidad social mediante sus características físicas, diferentes formas de vestir, instrumentos de trabajo, etc.
Muchas de esas fotografías fueron realizadas en su estudio, en el que contaba con gran variedad de objetos y vestuario para ambientar las tomas. Recurría también a fondos pintados para recrear las escenas. Muchas veces los personajes que aparecen son actores que representan el papel asignado por el fotógrafo.
Vemos luchadores, peregrinos, campesinas, músicos, conductores de carros para transportar personas, militares, médicos, aristócratas… Es una representación de la sociedad nipona para el consumo occidental, que permitirá viajar de una forma ideal por un país seguro y tranquilo.
Sus fotografías muestran la belleza de la cultura japonesa, y ayudaron a desarrollar una visión más profunda de aquella, tan desconocida para los occidentales de la época.
Poco se sabe de su personalidad, pero por su trabajo en Japón son evidentes sus dotes de relación personal y la valoración que tenía de sus modelos.
A lo largo de su carrera Beato se enfrentó a numerosas dificultades, como el racismo, el sexismo y la censura. A pesar de todo, continuó su trabajo y fue una fuente de influencia para los fotógrafos posteriores, tanto con su obra como en su activismo.
Beato murió en Florencia en 1909 y su legado sigue vivo hoy en día. Sus fotografías de China y Japón continúan siendo relevantes y nos permiten entender mejor la historia y cultura de estos países. Su trabajo es un testimonio cautivador de la vida en siglos pasados y también una inspiración para las generaciones futuras de fotógrafos.
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